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21-07-2014 |
Uruguay, Suárez y la mafia de la FIFA
En el artículo “Fútbol, juegos, deportes y desarrollo aparecido en “Voces” del jueves 26 (y enviado el lunes 16, antes del partido Uruguay-Italia y de la “mordida” de Suárez) se afirma: “Pero el fútbol se ha transformado en deporte, fuente de ganancias, arena de competencia entre barrios, ciudades, naciones o grupos empresariales. Y la quintaesencia de todo es el Campeonato Mundial, donde cada vez más la capacidad de los protagonistas depende de la infraestructura que los solventa, de la exaltación nacional, del manejo sucio de las grandes trasnacionales, comandadas por la principal, la FIFA. Por eso, aunque lo deseemos, creer que `volveremos a ser campeones, como la primera vez' es una utopía mientras la rueda de la historia gire en beneficio de las minorías privilegiadas.”
La “mordida” de Suárez presenta varias facetas, entre otras: ¿existió?, ¿cómo se juzga?, ¿qué es intolerable para la FIFA?, ¿quién carajo es la FIFA para impedir a través de su comisión deportiva, que por cuatro meses “se le prohíbe ejercer cualquier clase de actividad relacionada con el fútbol (administrativa, deportiva, de otra clase)”, “entrar en los recintos de todos los partidos de la selección uruguaya”? ¿Es cierto como se denuncia por varios medios, que se favorece a Brasil para salir campeón?
La cadena CNN presenta el domingo 29 un programa en que figuras internacionales exponen sobre los manejos sucios de la FIFA, entre otras, el ex fiscal de la Corte Penal Internacional, Dr. Luis Moreno Ocampo. Y en ese programa (de la CNN, regístrese bien) varios periodistas se interrogan los motivos por los cuales la FIFA no aplica la alta tecnología para definir jugadas capitales. Si así fuera, el árbitro nipón que sanciona con un penal inexistente a Croacia, definiendo el partido a favor de Brasil, no arbitraría más, mientras que la FIFA lo defiende, y/o infinidad de jugadas capitales en que fallos de los jueces dejan dudas a los espectadores, como el penal que define el Holanda 2 México 1. La FIFA pues se niega al uso de las altas tecnologías, y los fallos de los jueces son inapelables. ¿Si es así, el fallo de los cuatro árbitros de Uruguay-Italia no vale? Porque ninguno de los cuatro, vio la presunta mordida. ¿Cómo se juzga si fue mordida? ¿Con la alta tecnología? ¿Y si se aplica para esa “mordida”, por qué no para el resto?
Convengamos que una mordida es una acción desleal. Pero un codazo intencional como el de Neymar contra un croata, o un puntapié intencional ¿acaso son menos graves? La FIFA se introduce en un terreno espinoso: cualquiera que haya participado en una cancha y recibido golpes o agresiones diversas sabe que se siente obligado a responder, y es muy complejo definir cuando esa respuesta es desleal. Y es archi sabido que Suárez es reiteradamente golpeado por sus rivales.
En verdad, los cagatintas de la FIFA dejan en evidencia la verdadera intención: en aras del “juego limpio” que se anuncia en cada partido, se aplica el juego sucio de impedir que Uruguay fuera el posible rival de Brasil. Maracaná está presente en la sicología de los brasileños y también, de todos los pueblos del mundo, que esperan de sus selecciones otros “maracanazos”. Y está presente la muy difícil victoria brasileña sobre Uruguay en la Copa de las Confederaciones (el 2 a 1, conseguido en los minutos finales). El negocio corría riesgos, el de la FIFA y el otras trasnacionales como ADIDAS que anuncia que la venta de las camisetas en el mundo está encabezada por la de Brasil. Pero quede claro, la responsabilidad no es del pueblo brasileño ni de su gobierno.
La maniobra de la FIFA no sorprende a ningún conocedor de la historia de los Mundiales. Desde 1966 por lo menos, el juego sucio tolerado por los árbitros o aplicado por los dirigentes, está presente. Recordemos sólo pocos episodios que tienen que ver con Uruguay:
1966, sede Inglaterra. En cuartos de final juegan Alemania-Uruguay e Inglaterra-Argentina. Para el primero de los partidos el árbitro es inglés y para el segundo, es alemán. En Alemania-Uruguay a los pocos minutos, un defensa alemán saca con la mano extendida una pelota que traspasaba la línea de gol (la foto es mostrada por los principales diarios del mundo), pero el árbitro no se da por enterado. Como el partido no se definía, el árbitro expulsa al capitán de Uruguay, Horacio Troche. Gana Alemania 4 a 0. En Inglaterra-Argentina el árbitro inventa y el capitán albiceleste Ratín es expulsado ayudando a que el 0 a 0 se convirtiera en agónico 1 a 0 a favor de Inglaterra.
1970, sede México. Uruguay juega su serie en el llano y en cuartos de final pasa a jugar en la altura de la Ciudad de México. Uruguay derrota a la Unión Soviética (1 a 0) y pasa a la semifinal, fijada en esa misma ciudad. Su rival es Brasil que ha jugado sus partidos en el llano de Guadalajara. A último momento se cambia la sede, y Uruguay vuelve en cuestión de horas al llano. Uruguay gana el primer tiempo (1 a 0) pero en el segundo tiempo sus futbolistas están extenuados y gana el favorito Brasil 3 a 1.
2010. Quien haya visto “Tres millones” de Jaime Ross habrá certificado que la infracción cobrada contra Uruguay en la jugada previa que genera el casi gol de Ghana (representante del fútbol africano en los cuartos de final del Mundial de Sud África) no fue tal, lo que se traduce en el penal de Suárez y su expulsión, que le impide jugar la semi-final contra Holanda.
Los periodistas deportivos deben indagar en las trapisondas del Mundial de 1978, con el soborno a jugadores peruanos para que Argentina fuera a la final y “extraños” episodios de posteriores Mundiales. Por consiguiente, éste del 2014 no es excepción.
Pero hay algo mucho más grave. ¿Tolerará Uruguay la agresión a su soberanía nacional? ¿Tolerará su gobierno y su Justicia que la decisión de la FIFA impida a Suárez acceder a cualquier campo deportivo por cuatro meses en su país? ¿O que Suárez celebre o llore con sus compañeros los resultados obtenidos? ¿Tolerará Uruguay la “justicia mundial” de esa mafia de la FIFA? ¿Tolerarán las naciones soberanas las injusticias de FIFA, que no permiten recurrir a su justicia nacional? Sólo bajo estados totalitarios un trabajador es impedido de transitar o de vivir donde quiera y hacer lo que quiera, siempre y cuando no agreda a los demás. Uruguay, que se precia de su alto grado de libertad, debe rechazar por todos los medios esa imposición de la FIFA. Hoy –más allá del error de Suárez si es que mordió a su rival- en Uruguay “somos todos Luis Suárez ”. Porque él cometió un delito mucho más grave para los mafiosos de la FIFA: defender con coraje y calidad la camiseta de su país, al punto de eliminar a Inglaterra, donde juega actualmente y celebrar sus conquistas. Por eso, Luis Suárez, hijo humilde del pueblo uruguayo, más que nunca debe ser defendido y protegido de sus “jueces” y detractores.
La FIFA, la multinacional que otorga a un Qatar desconocido en el fútbol la condición de sede del Mundial de 2022 y que permite que obreros prácticamente esclavizados mueran a diario por las pésimas condiciones en que trabajan para armar los estadios de un país manejado por representantes de una camarilla opresora, carece por completo de autoridad política y ética Dar la lucha nacional y mundial contra esta Mafia (en la que están también involucrados algunos uruguayos) se vuelve un imperativo ético y político de los trabajadores y de los pueblos del mundo. No será una lucha de fácil resolución, porque se trata –nada más y nada menos- que enfrentar a la más poderosa mafia Mundial, de enfrentar al espíritu de lucro a cualquier precio, de enfrentar, en suma, al sistema capitalista. Pero esa lucha debe darse y contribuir con ella a unir a los pueblos del mundo.
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